martes, 14 de enero de 2014

El Suelo como Inactivador de los Contaminantes.

El suelo es un sistema abierto en el espacio y en el tiempo. Evoluciona transformándose hasta alcanzar el equilibrio con las condiciones ambientales y a partir de ese momento tiende a permanecer estable. El suelo puede considerarse como un sistema depurador porque es capaz de degradar o inmovilizar los contaminantes.
El poder de amortiguación de un suelo representa la capacidad que tiene un suelo de inactivar los efectos negativos de los contaminantes. Esta beneficiosa acción se puede ejercer por varios mecanismos:


  • Neutralización
  • Degradación biótica o abiótica
  • Adsorción
  • Complejización
  • Insolubilización


La capacidad depuradora depende fundamentalmente de determinadas características de los horizontes superficiales:

  • La actividad microbiológica, que facilita la descomposición e inmovilización de los contaminantes.
  • La arcilla y la materia orgánica que mediante reacciones físicoquímicas adsorben a los contaminantes y permiten su inmovilización o liberación.
  • La capacidad filtrante, que va a regular la facilidad de penetración de los contaminantes.

Estas acciones dependeran de determinadas propiedades del suelo que influyen en los mecanismos de autodepuración:

  • Textura. Los suelos de textura arcillosa tienen una alta capacidad de autodepuración.
  • Estructura. Los agentes contaminantes pueden provocar la destrucción de la estructura, por dispersión, si contienen altos contenidos en sodio.
  • Porosidad y permeabilidad. Facilitan la circulación de los contaminantes en el suelo y pueden eliminar rápidamente los contaminantes y traspasarlos a los niveles freáticos.
  • Capacidad de cambio iónico. Aumenta la capacidad de autodepuración al fijar los contaminantes sobre la superficie de las particulas.
  • Salinidad. Los contaminantes pueden aumentar la salinidad y como consecuencia disminuir la estabilidad del suelo.
  • pH. Los contaminantes pueden acidificar el suelo, por vertidos o por oxidación de sulfuros y oxidos nitrosos, con lo que aumenta la vulnerabilidad del suelo.
  • Eh. El ambiente oxidante aumenta el poder autodepurador al facilitar la actividad microbiana de descomposición.
  • Los gases del suelo ejercen también un importante papel, proporcionando el suficiente oxígeno para la actividad microbiana.


De cualquier forma, por muy favorables que sean las características del suelo, es evidente que la capacidad depuradora no es ilimitada. El suelo no puede asimilar, inmovilizar, inactivar y degradar todos los contaminantes que recibe y por ello, en un determinado momento, cuando se superan unos determinados umbrales, puede transferir los contaminantes a otros medios e incorporarlos en las cadenas tróficas.

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